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2024Pastoral
15-03-2022
Abrir con esperanza éste año escolar
En este mensaje, el Papa señala tres caminos para construir una paz en el marco de un desarrollo duradero.
En primer lugar: el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos.
Vivimos todavía en un mundo atenazado por las garras de la pandemia, que ha causado tremendos problemas. Algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados y otros la enfrentan con violencia destructiva. Pero entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción: el diálogo entre las generaciones.
Debemos recuperar la confianza mutua. Los largos meses vividos ha aumentado la sensación de repliegue
de uno mismo. La soledad de los mayores va acompañada en los jóvenes de un sentimiento de impotencia y de falta de una idea común de futuro.
Esta crisis es ciertamente dolorosa. Pero también puede hacer emerger lo mejor de las personas. De hecho, durante la pandemia hemos visto generosos ejemplos de compasión, colaboración y solidaridad. Se han abierto espacios para escucharse, ponerse de acuerdo y caminar juntos.
La oportunidad de construir caminos juntos hacia el desarrollo y la paz no puede prescindir de la educación y el trabajo, lugares y contextos privilegiados para el diálogo intergeneracional.
En segundo lugar: la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo.
Es la educación –y en particular cada escuela– la que proporciona la gramática para el diálogo entre las generaciones; y es en la experiencia del trabajo escolar donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran ayudándose mutuamente, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades para el bien común.
Advierte el Papa que el presupuesto para la instrucción y la educación, consideradas como un gasto más que como una inversión, ha disminuido a nivel mundial en los últimos años. Sin embargo, instrucción y educación, constituyen los principales vectores de un desarrollo humano integral: hacen a la persona más libre y responsable, y son indispensables para asentar las bases de una sociedad civil cohesionada, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso.
Añade el Papa: “Me gustaría que la inversión en la educación estuviera acompañada por un compromiso más consistente orientado a promover la cultura del cuidado, frente a las fracturas de la sociedad y a la inercia de las instituciones. Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva…”
Y, por último: el trabajo para una plena realización de la dignidad humana.
El trabajo es un factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien.
En esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso.
Invertir en la instrucción y en la educación de las jóvenes generaciones es el camino principal que las conduce de manera provechosa a ocupar un lugar adecuado en el mundo del trabajo.
“Por consiguiente, es necesario forjar un nuevo paradigma cultural, a través de un Pacto Educativo Global para y con las generaciones jóvenes, que involucre en la formación de personas maduras a las familias, comunidades, escuelas, universidades, instituciones, religiones, gobernantes, a toda la humanidad. Un pacto que promueva la educación a la ecología integral según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrada en la fraternidad y en la alianza entre el ser humano y su entorno”.
(Videomensaje 15/10/2020)
Concluye el Papa: “… Hago un llamamiento para que sigamos avanzando juntos con valentía y creatividad por estos tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la educación y el trabajo”.
Mauro Alonso Gallo
Morón, Febrero 2022
