Pastoral

11-05-2022

Fray Mamerto Esquiú

 11 de mayo conmemoración del 196° aniversario del natalicio del beato Mamerto Esquiú

Pero ¿quién fue este hombre sencillo y con tantas virtudes,  que fuera  beatificado el año pasado?

Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú nació el 11 de mayo de 1826 en una callecita de la localidad argentina de Piedra Blanca, histórico pedacito del camino real, en la provincia de Catamarca.

Hijo de Santiago Esquiú y María de las Nieves Medina. Su madre le impuso el nombre de Mamerto de la Ascensión, en homenaje al día en que nació: San Mamerto y el misterio de la Ascensión del Señor, que ese año había caído el mismo día.

Desde los cinco años comenzó a usar, por intermedio de su madre, el hábito franciscano que no lo abandonó en toda su vida, como promesa de su delicado estado de salud. Cuando apenas era un niño enfermó de gravedad y su madre hizo una promesa en busca de mejoría. Esta vestiría al pequeño con el hábito de San Francisco todos los días, y así sanó. Desde entonces, usaría esa ropa, identificándose con la vocación de servir de los frailes, de esa orden religiosa. 

La vestimenta que usaba era de penitencia: “debo ser el único mortal que lleva toda la vida el hábito de San Francisco. Pero para mí es mi gala y mi gloria” solía decir.

Los valores del Evangelio lo motivaron a abrazar la vida franciscana y entregarse al servicio pastoral del pueblo.

Ingresó al noviciado del convento franciscano catamarqueño e hizo su profesión solemne a los 17 años y al terminar sus estudios teológicos y filosóficos y cumplir 23 años se ordenó sacerdote y la misma tuvo lugar en San Juan, el 18 de octubre de 1848, celebrando su primera misa el 15 de mayo de 1849.

 

SU VIDA POLITICA – testimonio de UNIDAD

Los escritos de Fray Mamerto Esquiú revelan la sabiduría de un religioso dedicado a la lectura y a la incorporación de los conocimientos de la época.

De acuerdo con los testimonios de quienes le conocieron en sus funciones, brilló con luz propia, poseedor de una sólida doctrina y de una capacidad de oratoria destacada.

Fue considerado uno de los mejores profesores de su tiempo, debido a su formación científica, su cultura, seriedad y discreción. Algunos también afirman que se adelantó a las estrategias de la pedagogía moderna. 

Su vida política se inicia en el llamado SERMÓN de la CONSTITUCIÓN cuando pronunció su discurso más conocido, favorable a la jura de la Constitución. Donde recordó la historia de desuniones y de guerras civiles argentinas, y plasmó la necesidad de la sanción de una Constitución que traería nuevamente la paz interna. Pero para que esa paz fuera duradera, fue necesario que el texto de la Constitución quedara fijo e inmutable y que el pueblo argentino se sometiera al poder de la ley. Allí nació su nombre como Orador de la Constitución.

Decía Fray Mamerto Esquiú: "Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley; sin ley no hay patria, no hay verdadera libertad, existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra..."

En la Sede, sala de representantes, no pudo terminar la frase, porque el auditorio le brindó un cerrado aplauso. La primera resistencia a la Constitución en el interior había sido vencida, y Catamarca juró la Constitución hasta el último de sus funcionarios y personajes notables.

Su sermón alcanzó trascendencia nacional y fue copiado en la prensa de todas las provincias; la resistencia que se le podía haber hecho a la Constitución en otras provincias quedó vencida por la elocuencia de un fraile desconocido de una provincia pequeña.

El texto del sermón patriótico fue impreso y difundido por el país por decreto del presidente Justo José de Urquiza. Hasta en Buenos Aires, que había rechazado el Acuerdo de San Nicolás y la Constitución, su sermón tuvo un eco inesperado.

Participó en la discusión sobre la futura constitución provincial, presidió la junta electoral de convencionales y fue el vicepresidente de la convención que sancionó la constitución provincial de 1855.

Pertenecía al partido federal, pero era respetado también por el liberal. Escribió decenas de notas en El Ambato, primer periódico de su provincia, del cual fue editor e inspirador.

Frases célebres que repetía, dieron fundamento a su trayectoria destacada, a saber:

"No escribir ni publicar aquello que no se pueda sostener como caballero."

sin educación no hay progreso, instituciones, no hay nada, sino, todos los vicios como un caos, un monstruo de grandes dimensiones”.

La educación es la primera y esencialísima base en que debe descansar el edificio social”.

Yo me entrometo en la sala de representantes de la misma manera que lo hago en el confesionario; para el bien común”. Su caridad política sustentaba la caridad social, llevándola hacia el bien común.

 

Con la vida y obra de Fray Mamerto Esquiú, Dios nos habla. Ilumina el camino de laicos, consagrados, sacerdotes, ciudadanos de buena voluntad, de hombres y mujeres que trabajan para el engrandecimiento de nuestro país.

La Patria “lo reconoce como a uno de sus ciudadanos más eminentes por su protagonismo desinteresado en horas oscuras de nuestra historia nacional”. Además, destacan que "su actuación pública mantuvo una mirada amplia ante la crítica y compleja encrucijada que vivía el país: con lúcida elocuencia convocó a la unidad nacional exhortando a la obediencia y respeto de la ley”.

 

SU VIDA RELIGIOSA – pastor, peregrino, de convicción humilde, confiado en el Señor

Hombre con una vida en clave de pastoral, con Jesús como centro de todas sus actividades y con su mirada puesta en su misión evangelizadora. Con el propósito de llevar una vida misionera, más austera y oculta, se trasladó en 1862 a un convento de misiones en Tarija, Bolivia. Buscaba una vida religiosa más observante y retirada. Aquí comienza escribir su “Diario de recuerdos y memorias”.

En el humilde y pobre convento de Tarija, en los dos años que permaneció fue el lugar de ensueño de sus años juveniles. Lo recordaría siempre en sus años de madurez.

Fiel a sus principios, en 1872, estando en Sucre, recibió el nombramiento para el arzobispado de Buenos Aires, firmado por el presidente Sarmiento y el ministro Avellaneda. Pero no aceptó, porque pensaba que un arzobispo no podía ser tildado de opositor del presidente, que había sido uno de los promotores de la caída de la Confederación.

En 1876 hizo un viaje a Roma y Jerusalén, que lo convenció aún más de dedicar su vida a la pastoral eclesiástica, alejándose de la política. Tuvo el honor de predicar a miles de fieles frente al Santo Sepulcro, la noche del Viernes Santo de 1877.

En Tierra Santa se encontró con el superior general de la orden franciscana, que le encomendó reorganizar la orden en la Argentina. Como consecuencia, regresó a Catamarca a fines de 1878, después de 16 años de ausencia. A poco de llegar, integró la convención reformadora de la Constitución Nacional, para la que preparó un largo memorial, que nunca fue discutido ni tenido en cuenta.

Finalizando 1878 fue nombrado candidato a obispo de Córdoba por el presidente Avellaneda. Renunció al cargo, pero a los pocos días le llegó la orden del papa León XIII de aceptar la candidatura. Su respuesta fue: "Si lo quiere el Papa, Dios lo quiere."

Se trasladó a Buenos Aires por primera vez en su vida, para recibir la ordenación episcopal, en 1880. El presidente Roca aprovechó para invitarlo a predicar en el Tedeum con que se celebraba la federalización de Buenos Aires. En este otro  discurso, más político y menos filosófico que la mayoría de los que había pronunciado hasta entonces, acusó a la ciudad de haber causado las matanzas de la época de Rosas, y posteriormente la desunión del país.

Consagrado obispo de Córdoba, llevó una vida austera, e hizo todo lo posible para reordenar la administración diocesana, poner nuevamente en acción la pastoral eclesiástica, y tratar a todos como un padre; un padre humilde y austero, que recorrió casi todos las ciudades y pueblos de la diócesis.

Testimonios de fieles lo recuerdan por su piedad, integridad moral, y por la ayuda material y espiritual que siempre le ofreció a los más pobres; también por la formación de seminaristas y sus predicaciones. Donó todos sus bienes para los más necesitados.

Precisamente, uno de los aspectos que más se destacan en la vida de Esquiú tuvo que ver con la reforma de la vida conventual que estaba descuidada, los frailes vivían como monjes sin serlo, individualistas, encerrados en su celda, se reunían solamente para el almuerzo o la misa. Llega con su reforma a los claustros de Buenos aires y al resto de las provincias también.

                                  

SU PARTIDA HACIA LA CASA DEL SEÑOR

Había estado en La Rioja y volvía a su sede episcopal de Córdoba en no muy buen estado. Sin embargo, estaba contento: cumplía con su misión evangelizadora, en cada lugar que se detenía repartía rosarios, estampas y medallas, confirmaba. Viajaba en galera, acompañado de su secretario. 

Fray Mamerto Esquiú murió a los 56 años el 10 de enero de 1883 en la posta catamarqueña de El Suncho, en viaje de regreso desde La Rioja a su sede obispal de Córdoba (Argentina).

Mientras sus restos mortales descansan en la catedral de Córdoba, el corazón "incorrupto" del religioso fue depositado en el convento franciscano de Catamarca. Fue sustraído en dos oportunidades.

 

CAMINO HACIA LA SANTIDAD

Fue declarado Siervo de Dios en 2005 y Venerable en 2006. El 24 de abril de 2020, la Comisión Internacional de Teólogos de la Santa Sede dieron por válido el milagro por la intercesión de fray Mamerto Esquiú.  La Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano le comprobó el milagro que lo beatificó. El hecho ocurrió en Tucumán, y fue por la inexplicable curación de una recién nacida con osteomielitis femoral grave. Este paso habilitó al papa Francisco a declararlo Beato.

El sábado 4 de setiembre de 2021, fue oficialmente declarado Beato. La Comisión seguirá estudiando los otros casos presentados y, de validar otro milagro, el franciscano será ungido Santo

Pero ¿Qué significa ser Beato?, es reconocer la gracia de Dios en el elegido. Fray Mamerto Esquiú es BEATO POR GRACIA DE DIOS.

Sus sermones deberían ser reeditados en estos tiempos actuales, ya que lo desvelaba la justicia, el bien común.  Asumió un compromiso personal e institucional con la verdad, la vida, y los más vulnerables, hablaba de erradicar la corrupción, el mal personal y estructural. Y aunque han pasado muchos años de su partida, aún la política argentina no ha podido responder a sus ideales.

Periódicos de la época reflejaron el suceso en tristes publicaciones que lo calificaban como un "gran pastor", un "gran hombre", y el "humilde entre los humildes".

Explicaba que “La santidad no tiene por qué separarse de la vida política y del deber con la patria”.

El Beato Fray Mamerto Esquiú es una nueva esperanza, UNA INVITACIÓN PARA CAMINAR HACIA LA SANTIDAD.

 

¿POR QUÉ LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS HAN ELEGIDO A ESTE FRAILE COMO PATRONO?

Porque sintetiza valores institucionales que deben ser sostenidos a lo largo de la vida de la entidad educativa que profesa su nombre, tales como:

  • su elocuente humildad y Amor a San Francisco.
  • por su tradición cultural, por su ejemplo cívico.
  • su sencillez al eludir múltiples honores,
  • su vocación de servicio de los demás, sin nada a cambio, sin ambiciones desmedidas
  • su contracción al estudio y perfección constante,
  • su prédica evangélica, llevando a su pueblo la palabra de Dios. Fue un vigoroso anunciador de la Palabra de Dios, expresó el Papa Francisco al referirse a este gran hombre.

 

Que su vida y sus palabras tan vigentes, estén vibrando fuertemente en cada uno de los argentinos, en estos tiempos, donde el deber civil nos convoca, para un futuro de paz y de unión:

 

“Nada de violencias - Todo está en la Constitución y en la ley”.

 

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